Dimension sacó a la luz el viernes su primer álbum y el resultado nos sigue dejando, 48 horas después, sin palabras
Dimension es un productor colosal. Un productor colosal que aún no había sacado un álbum y que esperábamos como agua de Mayo.
Hace meses ya anunció que su debut estaba al caer y nos dejó destellos de un álbum, Organ, que tiene 18 delicatessen que vamos a tardar mucho, muchísimo en desprender de nuestra primera línea de tracks que escuchar en nuestro día a día.
El productor británico destapó Saviour, Devotion, Remedy, Love to Give – que absoluta barbaridad este tema junto a Culture Shock – y el ultraconocido Desire, pero lo que no sabíamos es que aún quedaba mucho oro por descubrir.
Y es que el álbum empieza fuerte. Tras Saviour, aparece el primer track que nos pone la piel de gallina. Alive. Un track donde Poppy Baskcomb y su voz celestial acompañan al órgano en una melodía que desatará alguna lágrima cuando abran las puertas de los festivales en los próximos meses.
De ahí, directos al pure Drum and Bass con Danger, un track fácil de digerir y muy gustoso de bailar en el fervor de uno de sus sets. Junto a Danger, destacan Altar, Offender y Plus Minus como temas más guerrilleros del artista, que sabe compaginar las melodías con la siempre agradecida rabia con la que se desploma el drop en nuestros auriculares.
Tracks como Psycho bajan los BPMs de Organ y otros como UK Border Patrol te sumergen en una base que bien te puede teletransportar, valga la redundancia, a otra dimensión.
Y si al álbum le faltara algo, su cierre, con Sensory Division, te lleva a las raíces canadienses de Deadmau5 y su atmósfera inigualable para acompañarlo de una vocal que te lleva navegando hasta el final del que, para nosotros, es el álbum que marca la carrera de uno de los mejores artistas del Drum and Bass internacional.
Dimension debuta, pero lo cierto es que a nadie ha sorprendido la extrema calidad de su trabajo.