Tras varios días leyendo todo tipo de comentarios en redes sociales sobre esta nueva “invasión” de música urbana en nuestros festivales de música electrónica, no he querido dejar escapar la oportunidad para expresar mi opinión al respecto.
Tengo que confesar que NO me gusta este estilo de música, y que por ahora no tengo la intención de darle una oportunidad.
Quisiera empezar valorando uno de los temas más polémicos hasta la fecha, y es que Dreambeach Villaricos ha confirmado la presencia de 4 artistas de música urbana en su zona de acampada, lo que ha indignado a los más puristas de la electrónica.
Lejos de entrar a valorar sobre la calidad de dicha música, o si debe o no debe estar presente en el supuesto “paraíso de la música electrónica”, me gustaría centrarme en el innegable crecimiento de dicho género.
Quien haya pisado Dreambeach en alguna ocasión, habrá podido observar que ocurre en la playa de Villaricos horas antes de dar comienzo el festival. Y es que miles de jóvenes se concentran en torno a unas cuantas botellas de alcohol y música proveniente de sus respectivos coches, altavoces o incluso teléfonos móviles.
Hablamos del famoso fenómeno del “botellón”, complicado de ver en algunos festivales fuera de nuestras fronteras, pero que en España tiene una gran importancia para los miles de asistentes de determinados eventos.
Si te has parado a observar el tipo de música que escucha la gente (en su mayoría), te habrás dado cuenta de la importancia, o crecimiento, de la denominada música urbana en nuestro país.
Con la introducción de este tipo de música o estilo urbano dentro del recinto de acampada, Dreambeach intenta que esos miles y miles de asistentes que antes se concentraban en los alrededores, lo hagan ahora dentro del propio festival, y es que como he leído en más de una ocasión, “esto es un negocio”.
No entro a juzgar sobre si es o no correcta la forma de actuar de la propia organización, pero sí intento aportar otro punto de vista distinto al que he estado leyendo en los últimos días. Por otro lado, como medida para luchar contra los botellones, lo veo un acierto por parte del festival.
Hasta ahora, siempre había pensado que mientras pueda ver a gente como Claptone, Steve Angello, Camelphat o Deadmau5, no me importa quien esté en el escenario de al lado, aunque si es verdad que cada vez tengo más “miedo” de que la música urbana “se coma” a la electrónica en cuanto a festivales se refiere.
Aún quedan muchos artistas por desvelar por parte de los principales festivales de nuestro país de cara al próximo verano, y personalmente cruzo los dedos para que se respete la verdadera esencia de los festivales de música electrónica.
Por hacer una pequeña conclusión de todo esto, sigo pensando que en los festivales de electrónica no tiene cabida ningún otro género, y es que demasiado cansados estamos ya de escuchar cualquier otro estilo de música, como para también tener que escucharlo en nuestros festivales favoritos, pero soy consciente del crecimiento de este y la necesidad que tienen los festivales de “evolucionar”.