A veces nos desviamos del camino, incluso en contramano, pero si volvemos a las raíces, podemos ser muy felices: Música

 

Nos olvidamos. Yo, el primero. Digamos que hoy en día (octubre de 2019) estamos más exigentes que nunca con todo lo que rodea a la música electrónica. Les pedimos a los artistas que se reinventen, no queremos escuchar la misma música de hace unos años, los festivales “nunca están a la altura de los esperado”, queremos actuaciones exclusivas en todo momento (aunque el solo-set sea exactamente igual o incluso mejor) y buscamos la excelencia donde no se puede encontrar. 

Queremos que nos vendan algo único. Queremos un espectáculo en toda regla. ¿Escenario grande?, “el mío tiene más altura, más luces, mas extravagancias”. Buscamos un juego de luces único, combinado con un escenario kilométrico, que suene a las mil maravillas, cuente con decenas de pantallas o muñecos, en su defecto, y tire muchos confetis a la vez que sale fuego y humo del mismo. Suena de maravilla, ¿cierto? Es lo que nos están educando y a lo que estamos educando (recíproco) hoy en día a la escena. 

Ya no solo vale que tengas el mejor de ese género, porque hay 3 festivales más que lo traen a lo largo del año, “él hará este año aquí un ‘special visual show’ para que nos transfiera a Narnia”.

Pero… me pregunto, ¿Y la música?

Queremos luces, espectáculo, escenarios grandes, etc… a costa de sacrificar la música. No hay un Tomorrowland en todos los países, ni un EDC Las Vegas en todos los continentes. Ni, por su puesto, todos los festivales tienen el presupuesto que tienen las promotores que organizan los dos festivales mencionados anteriormente, por poner un ejemplo.

“Mira la que preparan ahí, tenemos que ir”, frase mítica donde las hayas en los comentarios de los posts en redes sociales de los festivales, nombrando a 5 colegas. Pero… ¿Sabes quiene está actuando? ¿Qué música es? ¿De qué estilo hablamos? 

Muchos de los festivales de hoy en día necesitan recortar en “su plantilla” (conocido por todos como line up) y traer la mitad de artistas ‘headliners’ (cabezas de cartel, para nosotros) y/o actuaciones Live, sacrificados por la inversión en el atuendo bueno, bonito y caro, que es necesario para vender muchos tickets. 

No olvidemos que la felicidad nos la acabará dando la música que escuchemos allí dentro, la energía que el artista nos quiera, pueda y nos dejemos transmitir, el talento de los músicos encima de un escenario, escuchar esos temas que llevamos meses escuchando en casa y por fin podemos disfrutar en directo, ver al artistas en su máximo esplendor desplegar su fuerza a los mandos de los CDJ, conectar con el artistas y los que están a tu alrededor y, en definitiva, que disfrutemos de ellos. Ellos nos han traído hasta aquí. Su música nos conquistó en este corto o largo camino que está viviendo con esta escena. 

A veces, muchas veces, nos olvidamos. Yo, el primero.

 

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