Los festivales podrían ser un entorno controlado, en el que los jóvenes puedan recobrar parte de su vida perdida
Esta pandemia está durando demasiado. Y si bien parece más que lógico que tengamos que seguir viviendo con todo tipo de restricciones para poder controlarla, no es menos cierto que no podemos seguir estrangulando el derecho y la necesidad de vivir de nuestros jóvenes.
Soy consciente que este artículo de opinión, puede ser muy controvertido. Soy el primero en haber defendido todas las medidas impuestas para evitar los contagios, consciente de lo mucho que nos jugamos.
Pero en este punto de la pandemia, con más de un año sumidos en su agónica desesperanza, y con las opciones de ocio aún enfrentándose a un oscuro panorama, comienzo a pensar que hay que buscar alternativas seguras para minimizar la perdida social que los jóvenes están sufriendo especialmente.
Entiendo que todos somos víctimas de los recortes sociales provocados por esta pandemia. Soy el primero en echar de menos muchas cosas como viajar, juntarme con quien quiera, que mis hijos vayan a un parque de bolas, etc etc etc.
Pero soy un hombre de mediana edad, con una casa donde poder hacer pequeñas reuniones, con necesidades sociales menos vitales, y que más o menos me voy apañando como todos. Echo de menos los eventos como el que más, con entradas para Ultra Miami, EDC Portugal o Ultra Costa del Sol entre otros… pero puedo esperar.
Lo que no me quito de la cabeza desde hace meses, es que hubiese pasado conmigo si esta situación me pilla con ventitantos y no con cuarentaitantos.
Si nos ponemos en la piel de nuestros jóvenes, seguro que es fácil para cualquiera comprender que esta situación tan alargada en el tiempo es devastadora para un grupo de edad en el que esa sociabilización es vital para su desarrollo, y que están perdiendo un precioso tiempo que jamás van a recuperar.
¿Quiero decir que todo vale si eres joven?
No en absoluto. Digo que es fácil culparles de que organicen fiestas ilegales o botellonas -cosas que no apruebo, pero que entiendo-, mientras desde las administraciones no se ha pensado en ningún momento en ofrecer alternativas seguras para una necesidad básica.
Creo sinceramente que ya es momento, con el conocimiento que tenemos sobre el virus, y con la población más vulnerable en vías de inmunización, en plantear entornos seguros para que este colectivo pueda empezar a recuperar esa parte tan importante de la vida.
Festivales de pequeño formato, con controles de contagio antes y después, con el uso de mascarillas, con zonas delimitadas y cuantas medidas podamos poner en juego, serían una medida necesaria. Y para que sean viables, necesitarían el apoyo de las administraciones.
Esta semana conoceremos las cifras sobre contagios del concierto para 5.000 personas que Love Of Lesbian dio en Barcelona, en cuyos resultados están depositadas las esperanzas de promotores y amantes de la música en directo.
Porque si no buscamos alternativas, las multitudinarias fiestas ilegales, botellonas y demás contactos masivos NO CONTROLADOS, van a ser irremediablemente cada vez más frecuentes, sobre todo con la llegada del buen tiempo.