Hace 10-15 años, muchos “DJ’s” y artistas empezaron a abandonar los vinilos para pasarse al CDJ, una opción más económica y viable para sus actuaciones en la nueva era de la tecnología. Y es que mucha de la música que escuchamos en la actualidad no se puede disfrutar en vinilo, sobretodo en los géneros que incluimos dentro del EDM, por lo que es inviable ver a artistas como Jauz, Skrillex o Martin Garrix pinchar lo que suelen poner en sus sets en el formato. Este el motivo por el cual a día de hoy el CDJ es lo más común en los clubs y festivales del mundo.
Los sellos y artistas de música electrónica que siguen apostando por el vinilo se centran especialmente en los géneros relacionados al underground. Igualmente, en los últimos años el sector ha conseguido superar los mejores números de toda su historia por la alta fidelidad de sus fans y puristas, además de generar mayores beneficios que los CD’s.
Pero en mi humilde opinión, la música electrónica necesita algo nuevo mantenerse relevante en los escenarios: instrumentos musicales. Y es que los fans empiezan a pedir más una experiencia en vivo que un DJ poniendo música guardada de su ordenador. Y por “en vivo” no me refiero a los artistas que actúan con launchpads -una técnica alternativa al CDJ más compleja y que ofrece mayores posibilidades-, sino a algo más cercano al resto de estilos musicales como el rock, el jazz, el heavy metal o la música indie.
De esto me di cuenta hace unos meses, durante el pasado Coachella. Sí, Coachella, ese festival que muchos suelen criticar me dejó claro que el EDM que se forjó hace una década está empezando a decir adiós, pero eso es otra historia.
En este festival actuaron muchos artistas que apuestan por lo que decía anteriormente. El ejemplo más claro es ODESZA, los cuales cuentan con una banda propia compuesta por seis tamborileros para todas sus actuaciones, además de trompetistas y guitarristas que hacen cada una de sus actuaciones única. Un caso similar es el de otro dúo: Chromeo, en este caso con el añadido de tener al vocalista en la banda y de repartirse todo el trabajo de teclados, sintetizadores y guitarras entre ambos.
“Los instrumentos en vivo aportan una energía e intensidad a nuestra música que es imposible de recrear digitalmente. Dan al espectáculo una cierta presencia y conexión para el oyente. Es una de las formas en que traducimos nuestra música grabada, que consideramos muy personal e íntima, a una experiencia en vivo más comunitaria ” – Harrison Mils de ODESZA
Luego tenemos los que nos ofrecen una experiencia acústica contada en sus sets para darle más emoción y calado, como es el caso de Kygo, que en Coachella trajo a Conrad Sewell para cantar ‘Firestone’ junto a violinistas mientras el noruego tocaba el piano y el launchpad; o Alison Wonderland con su violonchelo. También están los que prefieren darle protagonismo a la guitarra, como San Holo y Petit Biscuit, este último demostrando que, con tan solo 18 años, sabe tocar el piano y el violonchelo.
“No se trata solo de un sintetizador y una “drum machine”. Intento crear algo más orgánico, actuar en vivo hace que tu música sea más comprensible. Puedes sentir la energía de los instrumentos y la energía del tipo que toca el instrumento” – Petit Biscuit
Y podría continuar nombrando a otros varios artistas que no actuaron en el festival estadounidense. Es el caso de RÜFÜS DU SOL, galardonados en los Electronic Music Awards de 2018 por la mejor actuación en vivo; o de deadmau5, que recientemente lanzaba ‘Where’s The Drop’, un álbum orquestal donde rememora con la ayuda de Gregory Reveret varios trabajos de toda su carrera. Incluso Armin Van Buuren ha contado con la orquesta real de su país, o aquí en España gracias a Flaix FM, la GIOrquesta y el compositor Marc Timón rememoraron en el Gran Teatre del Liceu los mejores temas de la música electrónica de los últimos 25 años.
Con esto no quiero decir que el CDJ vaya a dejar de utilizarse ni que todos los artistas empiecen a apostar por lo que he dicho. Pero es obvio que su uso ha llegado a un máximo y que no tardarán mucho en aparecer nuevas alternativas que lo vayan complementando y sustituyendo y, como pasó con el CDJ, revolucionarán de nuevo el conjunto de la música electrónica. Y es que el futuro de la electrónica no lo conoce nadie, pero entre todos -directa o indirectamente- decidimos el camino que tomará: artistas, sellos, clubes, festivales, prensa y oyentes.
– Algunos comentarios de este reportaje están extraídos del artículo de Anne Steele “Is It Still Electronic Dance Music if They’re Playing Live Instruments?” para The Wall Street Journal –