DCLXVI es el álbum debut de DAPS y PMP, poniendo voz y música a un proyecto muy personal y ambicioso que acaba de ver la luz.

Es un pepinazo… Está feo que lo diga yo (…) Para mí, personalmente, es de lo mejor que he hecho hasta ahora y para DAPS también (…) No quiero poner el hype por las nubes, pero realmente creo que es muy bueno

Así nos hablaba PMP de su álbum junto a DAPS en mayo y no, no se equivocaba al poner el hype por las nubes. El dúo lleva tiempo demostrando de lo que son capaces, a través de grandes lanzamientos quizá, hasta el momento, con su EP Praxis a la cabeza, adquiriendo una posición privilegiada dentro del trap y el rap. Tras año y medio de trabajo, desde el pasado viernes podemos disfrutar ya del primer álbum de este dúo, DCLXVI, y estábamos deseando analizarlo.

Una escucha cuidada, mínimo

Hay mil maneras de estructurar un álbum, desde hacer una recopilación de temas, a que todas las canciones continúen un patrón o por ejemplo, que cuenten una historia. PMP y DAPS han optado por esta última opción, un primer álbum con un aliño muy personal, en el que el vocalista como ellos mismos dicen “se ha abierto en canal”. Idóneo para su debut en este aspecto.

Encontramos grandes dosis de contenido en cada letra, sumado al Flow y versatilidad de DAPS a la hora de rapear. Durante DCLXVI hemos podido disfrutar de diferentes estilos, puro rap, puro trap, hasta reggae y por supuesto partes más tranquilas y melódicas. Añadir que este álbum merece como mínimo una escucha siguiendo el orden establecido, continuando la historia y sobre todo manteniendo cierta concentración en lo que dice cada letra. En mayor o menor medida podemos encontrar reflexiones o problemas con los que puede sentirse identificado una gran parte del público.

Base de la mano del mensaje

A la versatilidad de la voz de DAPS le tenemos que sumar también la cantidad de opciones que presenta PMP a la hora de producir. Las bases de Pedro se adaptan a la perfección al mensaje de las letras, acompañando de la mano a los cambios de tono o de vibración. Es muy interesante como durante una misma canción podemos pasar por diferentes estados de ánimo, haciendo del álbum algo muy dinámico.

Poniendo ejemplos concretos, el final de “MDMA”, ofreciendo un trap más duro y oscuro. También en “Borderline”, el primer tema que conocimos del DCLXVI pasa hasta por tres fases, llevando al oyente por un viaje de emociones. Quizá, en opinión de un servidor uno de los tracks con más de es “Oreo”. Una mezcla melódica entre melancolía y rabia, acompañando aun mensaje contundente, crudo, con subidas y bajadas, muy disfrutable.

Riqueza musical

Se consolida la transición de PMP como productor de bases, aunque seguimos percibiendo detalles que revelan su pasado como productor de música electrónica. “Oreo” es un ejemplo, pero también la contundencia de “Gorila” en el inicio, también en “Game Over” o “Arroz con Bogavante”. La evolución del productor esta clara, con una gran cantidad de facetas y posibilidades.

La química con DAPS es inminente, una compenetración única, dos personas que se conocen de hace tiempo y que artísticamente son una bomba juntos. El resultado es de calidad, temas como “Bonzo”, muy ricos, cargados de matices, apoyos sonoros que terminan por construir un espejo de lo que PMP y DAPS pueden hacer.

¿Y ahora?

Obviamente es momento de disfrutar del resultado obtenido, después de mucho tiempo de trabajo. Quizá en otro momento podríamos incluso disfrutar de este álbum en directo, una versión nueva de DAPS y PMP. DCLXVI es el proyecto más maduro de ambos, llamando a la puerta de los grandes del género, una carta de presentación de lujo para quién no les conozca, con historia incluida, todo en uno. Pero, después de esto…

¿Qué es lo siguiente?

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