En su última entrevista en StoneyRoads, Carl Cox habla sobre su carrera musical y su experiencia por Burning Man


Carl Cox es uno de esos DJs que puede presumir de formar parte de la escena electrónica prácticamente desde sus comienzos. A sus 56 años cuenta con una increíble carrera profesional detrás de las mesas de mezclas más importantes del mundo que le otorgan una enorme importancia en la industria.

No se trata de las fiestas ni de las actuaciones ni de la música. Te puedes imaginar la cantidad de música que he creado a lo largo de estos años, cuántos géneros he explorado… He pasado del vinilo al CD, y luego al ordenador hasta el USB pasando por todo lo que hay en medio. ¡Y me sigue encantando! Lo que no me gusta es viajar. Cuando era un chaval joven de 17 o 18 años había viajado a todos lados y me daba igual, siempre volvía a casa. Ahora que tengo 56 años… dentro de 4 tendré 60. Sigo haciendo lo mismo que cuando era un chaval pero siendo un poco más viejo.

Cuando la gente viaja largas distancias suelen elegir un destino y quedarse durante 2 semanas de vacaciones. Cuando voy de gira aterrizo, voy al hotel, pido algo de comer, actúo durante 4 o 5 horas y vuelvo a repetir. Es algo bastante difícil.’

El británico hace especial mención al festival Burning Man, donde ha contando con su propio escenario las últimas dos ediciones de uno de los festivales más originales del mundo.

‘Si puedo devolver algo a la escena, a través de mi profesión y amor a la música, sería a través de la Playa. Me encanta cómo Burning Man no se rige por las leyes de la sociedad, ellos tiran el libro de reglas por la ventana. Me costó 15 años decidir ir a Burning Man. Al principio era muy reticente a la idea de ir allí fuera en mitad del polvo y actuar como un hippie, pero sabía que la gente de allí acepta a todo tipo de personas.

En 2008 tenía unos amigos allí y decidí prepararme la mochila, meterme en un avión y dirigirme a la Playa a ver qué pasaba. En cuanto llegué el viernes sobre las 2 de la madrugada estaba todo a oscuras, solo se veían las luces de la gente que se movía con sus bicicletas, era increíble. Lo más fascinante es que todo lo que ves, tocas o sientes es el resultado de la expresión de alguien. Teniendo en cuenta que allí no hay electricidad ni agua es increíble pensar que la gente crea la experiencia desde cero y se van sin dejar rastro. Me parece algo muy innovador.

Con esto quiero decir que no voy allí por el dinero o por mi carrera artística, en realidad me cuesta dinero a mí llegar allí y pinchar. Simplemente amo estar allí durante una semana sin reloj, ni móvil, ni internet. Todo lo que ocurre esa semana surge a partir de lo que tú creas, ahí está la belleza de Burning Man.’

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