Los festivales dejaron de existir en marzo de 2020 y, salvo sucedáneos, solo en EEUU y Australia la vida ha vuelto a la plena normalidad, incluyendo los ansiados festivales
La felicidad de saber que llegamos al final de un túnel largo, larguísimo, que nos ha tenido más de 15 meses en ‘stand by’ se está empezando a apoderar de la población, pues las vacunas avanzan a buen ritmo y parece que septiembre podría suponer la vuelta de una ansiada libertad de ejecución de cualquiera que sean nuestros propósitos o libertades.
Pero no podemos descartar lo evidente. Este es el segundo verano, la segunda temporada, en la que la industria del espectáculo se queda fuera, sin su trozo del pastel, aguardando a que la situación sanitaria mejore para garantizar una celebración sin riesgo. Y eso, ¿Qué supone exactamente para la sociedad? Estas son las 5 razones por las que TODOS necesitamos que vuelvan los festivales.
LOS ASISTENTES
Que necesario es volver a ver personas sonreír, bailar, aislarse, dejarse llevar, soltar el estrés, los problemas, sus ansiedades, dejando que sus emociones fluyan sobre el beat que le va sirviendo el deejay que tiene a unos metros de distancia. Las personas, los amantes de la música electrónica, necesitan volver allí donde su felicidad crece de manera exponencial. Dos años sin mirar al cielo con una sonrisa reveladora, dos años sin esa mirada cómplice cuando sabes que estás donde debes estar con los amigos que quieres estar. Dos años sin despertarte pensando que has pasado las mejores horas de tu vida – algo que se repite de manera irracional cada vez que te despides de un festival – y empezamos a preparar la siguiente aventura.
Los amantes de la electrónica necesitamos la máxima expresión del género, los festivales, donde se desata una salvaje ceremonia de presentación de los mejores tracks del planeta.
LOS PROMOTORES
El planeta entero se está resintiendo de una crisis que, por un lado, ya se vaticinaba en los pronósticos de la economía mundial pero que no contaba con la variante pandémica, que ha situado a muchos sectores, como este, en una situación crítica. ¿Cómo se puede afrontar 24 meses sin explotar el core de tu negocio? Los promotores necesitan salir adelante, hacer lo que mejor se les da, hacer disfrutar a miles de personas.
De todos los sectores afectados, sin duda el ocio en general – y el nocturno en particular – se ha visto en una situación excepcional que trasciende cualquier crisis que hubieran planificado internamente. Ahora, con el cierre de 2021 a cero, deben reorientar su negocio hasta que en junio 2022 puedan empezar a desarrollar su trabajo.
LOS PROVEEDORES
Hace unos días, Tomorrowland se enfadaba – con razón – ante la negativa por parte de los gobernantes locales a celebrar un evento como el suyo. Si lo pensamos con objetividad, son 75.000 personas cabalgando entre Amberes y Le Schorre consumiendo, comprando, paseando y viajando en su transporte público, lo que supone una ‘amenaza’ si se produce un brote. Lo que si es cierto es que, a 27 de junio, más del 30% de la población total de la mayoría de los países de la Unión Europea está vacunada con la dosis completa por lo que, en 60 días, más del 50% debería estar vacunada, con lo que el riesgo sería mínimo.
Y Tomorrowland decía. ¿Cómo podemos dejar a los más de 1.000 proveedores tirados por segundo año consecutivo? Muchas PYME viven de esto, de surtir de producto o servicio a grandes corporaciones como este festival y, dos meses antes de su celebración, tienen que cerrar el proyecto y seguir esperando a que todo se resuelva. Una situación crítica que seguro muchas de ellas no podrán superar y que, aunque es una decisión responsable a nivel sanitario, puede tener consecuencias irreparables en lo económico.
LOS ARTISTAS
He tenido dudas sobre si meter a este gremio en las razones por las que deben volver a los festivales. Y no por nada, si no porque este parón de año y medio les ha servido a muchos para estabilizar su estrés, estar con su familia, permanecer en un mismo sitio por más de 3 meses y, en definitiva, vivir como el resto de los mortales.
Pero a fin de cuentas, los deejays, los artistas, viven de los festivales. Sus apretadas agendas les generan visibilidad, fama y les catapultan a lo más alto. Y nosotros, como fieles seguidores de la electrónica, queremos que sigan evolucionando y captando fans – más aún en detrimento de otros géneros musicales mainstream que nos generan cierta alergia – para que los festivales de electrónica dominen todos los puntos del planeta.
Los artistas necesitan festivales tanto como los asistentes necesitan acudir a ellos.
LA ECONOMÍA
Dejando a un lado los cientos de empresas y trabajadores que siguen a expensas de la pandemia para poder cotizar. ¿Realmente cómo afecta la suspensión de festivales en un Gobierno central? Tomorrowland, por ejemplo, ha hecho perder a la Región de Flemish millones de euros por la cancelación de sus dos ediciones. Pero no nos vayamos al número uno.
¿Y Villaricos? ¿Y Burriana? ¿Y Arganda del Rey? Albergar a miles de personas durante más de 3 días en pueblos pequeños es como inflar los presupuestos anuales por la gracia de los festivaleros. Miles de personas cuyo único objetivo es consumir y pasar un buen rato en esas tierras. ¿Qué efecto devastador va a tener para todas estas poblaciones llevar dos años sin embolsarse cientos de miles de euros?
Los festivales mueven muchísimo dinero, no solo internamente, entre promotoras y proveedores, si no entre todos los sectores terciarios.
Los festivales dicen adiós al verano pero, desde luego, razones no nos faltan para hacer todo lo posible para que vuelvan a funcionar lo antes posible.