Perdemos mucho el tiempo en discutir sobre qué estilo es mejor, quién tiene la razón y quién no, no vemos que en la música el pelear no tiene mucho sentido.


Y entre tanta gente me fijé, esa persona, ojos cerrados y con los brazos abiertos, era libre como pájaro. Su cuerpo estaba ahí, pero su cabeza estaba en otro lado, quizá en el cielo con quién ya no está o quizá con quien su corazón ha robado. Da igual su situación familiar o económica, qué ha estudiado o a qué se dedica, si siente lo que siente en ese momento es por la música.

Entonces me pregunto ¿Por qué discutir? No es religión, ni fútbol, ni política, la música no debería ser un tema que evitar en las comidas. La música es aquello que nos une, lo que saca lo mejor de nosotros y que si omitimos tecnicismos, al fin y al cabo, hablamos de lo mismo. Entonces, ¿Qué sentido tiene intentar convencer a alguien de que lo que te gusta es lo adecuado y que todo lo demás está equivocado? Que más da que tú hables de Rock y yo de Música electrónica, si a la hora de disfrutar, es de la misma forma.

Nos gusta la música, porque no existe ni negro, ni blanco, ni azul, ni verde, una misma canción puede sonar a cada uno de manera diferente. No hay nada más bonito que ver a alguien disfrutar de ella, tranquilo o bailando como un niño. Son tantas las variables, que no debería haber lugar para frases mal interpretadas. Todo es bienvenido, quien prefiere lo instrumental o quien prioriza el contenido, con capacidad de cambiar tu mente o al mundo entero darle un giro. Por qué discutir, si podemos bailar juntos, ¿Elegimos algo lento o prefieres sonido duro? No pelees y baja esos humos, que música buena no solo hay una, ni hay un estilo único. 

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