La resaca post Tomorrowland 2018 sigue presente, continuamos digiriendo sucesos, valorando polémicas, sacando conclusiones rápidas y preparándonos para lo que se viene encima este mismo fin de semana.
Otro año más me ha tocado verlo desde casa, ponerme los cascos, montarme la fiesta en la soledad y envidiar a todo aquel afortunado que si ha podido ir. Desde la perspectiva del espectador de You Tube he de decir que con todo lo acontecido en este partido de ida de Tomorrowland 2018, el festival me trasmite unas sensaciones muy positivas, siempre lo ha hecho, pero después de este fin de semana puedo decir que aún más y son muchas las ganas de ver la vuelta.
No voy a hablar de Alesso, ni voy a opinar sobre Bad Bunny, voy a referirme a la música en general, de como siento que está el panorama tras este oleaje de sucesos que hemos vivido. Igual es por la etapa que vivo, igual hay más de subjetivo que de objetivo, pero mi sensación es que se ha dado un paso adelante en esta edición de Tomorrowland, en favor de la música en términos generales. Como decía, no habló únicamente del conejo malo, no, hablo de Coone, hablo de Paul Kalkbrenner, hablo de Dua Lipa o también podría estar hablando de la clase magistral que dio Steve Angello.
Vivimos un tiempo en el que es difícil evolucionar sin toparte cara a cara con la crítica. Pero, si miramos al horizonte, podemos darnos cuenta de la suerte que supone poder escuchar “Superman” de Coone y una hora y media después algo tan radicalmente opuesto como puede ser “Aaron” de Paul Kalkbrenner. Si, si, en el mismo festival y sin moverte de escenario, da que pensar. Este último es un ejemplo de tantos que se han podido vivir este fin de semana, con otros estilos y personalidades. El proyecto de Tomorrowland es claro, un espacio donde todos puedan disfrutar y es una iniciativa poderosa y que van camino de conseguir. Un servidor ha sido el primero en oponerse al cambio, en no querer salirse de los patrones básicos, pero cuando te fuerzas a hacerlo, el resultado puede ser maravilloso.
Por otro lado y en consecuencia de lo anteriormente dicho, tenemos la oportunidad de vivir una época de música preciosa, con más géneros y subgéneros de los que uno pueda imaginar y Tomorrowland es el espacio que busca albergarlos a todos. Las posibilidades son infinitas y los mundos a descubrir más aún, tanto que nos lleva a preguntarnos ¿por qué ceñirse a lo clásico? El privilegio de poder ir o simplemente ver a través de una pantalla este selecto evento, permite el vivir antes de juzgar y no al revés. Personalmente, he cambiado la mentalidad en estos últimos tres días. Fiel a su lema Live Today, Love Tomorrow, Unite Forever, un año más, me quito el sombrero Tomorrowland.