El Gobierno de Buenos Aires prohíbe la celebración de todo evento relacionado con la música electrónica tras los cinco fallecidos en Time Warp Argentina


El Jefe de Gobierno de Buenos Aires, Horacio Rodriguez Larreta, anuncia que no se van a otorgar más licencias para eventos relacionados con la música electrónica, mientras el Gobierno Central no apruebe un proyecto de ley para “la prevención y concientización sobre los efectos de las drogas durante los eventos, con una mayor visibilidad y señalización de dónde están los lugares de atención de la salud, para que la gente lo sepa rápidamente’’.

Todo ello viene causado por la trágica muerte de cinco jóvenes en la pasada edición de Time Warp.

Una vez más, tal como hemos visto en Australia, parece que la culpa y el pago de la deuda tiene que ir a cargo de los festivaleros. Dejando claro que lo primero es la protección de las vidas, considero que el camino no puede ser nunca a base de recortar derechos, a base de eludir responsabilidades por parte de los distintos gobiernos.

En primer lugar porque no todo asistente a un festival de música electrónica se droga, de hecho seguro que el porcentaje de asistentes que lo hace es muy bajo. No es justo para miles de jóvenes que desean vivir la música y compartir experiencias en el incomparable marco de un gran festival.

Lo peor de este asunto es que desde la oposición Argentina se acusa directamente a las fuerzas de seguridad de estar  involucrados en una trama con los empresarios organizadores y los vendedores de drogas.

La propia ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, “admitió” en una conferencia de prensa que en Time Warp hubo miembros de la Prefectura Naval que “no cumplieron estrictamente con la ley”. Y que por ese motivo se dispuso a “separar no solamente a 39 efectivos de la fuerza, sino a los dos jefes que podían tener relación directa con esos subordinados”.

Todo un asunto muy feo, que esperemos sea resuelto con honestidad y responsabilidad política y no como lo haría un régimen dictatorial.

Es hora de que los asistentes a los festivales sean conscientes del riesgo que supone el consumo de drogas, pero es si cabe tan importante o más, que los gobiernos entiendan que las prohibiciones no han servido nunca a lo largo de la historia, ni tan siquiera en los régimenes más radicales. Siempre hay alguien dispuesto a arriesgar su libertad o su propia vida por algo que considera un derecho. Por tanto es momento de explorar nuevas vías, a través de la información y la educación. Pero también facilitando a quien libremente vaya a consumir, que lo haga bajo unas medidas de seguridad lógicas y justas, porque si lo va  a hacer de todos modos, mejor que consuma algo que no esté adulterado, que el festival tenga algo tan elemental como agua para todos, o puntos de refresco.

Ánimo Buenos Aires, que podáis recuperar lo antes posible el derecho a bailar y compartir esta pasión que nos une.

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